19 de agosto de 2008

"El Caballero Oscuro" o cómo hacer una buena película


Me da rabia. Me da mucha rabia y estoy enfadado. Tremendamente enfadado. Enfadado porque vengo de ver "The Dark Knight (El Caballero Oscuro)", y me fastidia haberla visto. ¿Por qué? Porque nunca jamás podré volver a verla por primera vez. Porque ya nunca más podré saborearla de la misma manera en la que lo he hecho hoy. Qué maravilla de película, qué placer para los sentidos. Qué semana tan buena, con Wall-E, y ahora esto.

"Y... allá vamos" decía el Joker, sin parar, durante algo más de dos horas y media de película. Un ritmo incesante, veloz, ágil, efectista. Desde el primer minuto hasta el último, una escena tras otra, frase tras frase.

Christopher Nolan ("Memento") vuelve a reinterpreta a Batman de manera magistral, siguiendo el camino ya trazado por "Batman Begins", pero sobrepasándola y dejándola lejos, muy lejos. Su personaje es oscuro, humano, se hace daño, siente, no es perfecto.

"The Dark Knight" no es una película de superhéroes. No trata sobre eso. Los personajes de este filme son personas, actúan como personas. No es esta una historia sobre un hombre invencible que vence al Mal y consigue elevarse por encima de todo. Es una historia de bases sólidas, de un guión casi perfecto, que refleja con gran acierto la dicotomía moral presente en el personaje de Christian Bale (Batman). ¿Seguir arriesgando su vida y la de los suyos para acabar con los criminales, o confiar en la justicia del fiscal Harvey Dent (Aaron Eckhart)? ¿Todo el mundo puede corromperse y fallar a sus ideales más nobles? ¿Hay que tener esperanza en los hombres? ¿Todos pueden ser el Joker?


La respuesta es no, todos no. Porque la actuación de Heath Ledger es simplemente descomunal, brillante, inmejorable. Cada escena, cada plano, cada gesto. El lugar donde Ledger ha dejado al Joker está muy alto, casi en la cima. Qué pavor, qué miedo, qué mente tan enferma y esquizofrénica ha sabido dibujar: con su lengua, sus labios, su maquillaje, sus andares, sus cicatrices, su forma de hablar... Y cuando sales del cine te enrabietas, porque sabes que nunca más podrás volver a ver a ese actor que desgraciadamente se lo llevó la muerte allá por el mes de enero. Maldita sea. Maldita sea...

Pero la película es algo más que Ledger. Hay mucho más. Están Michael Cain en el papel de 'Alfred'; Aaron Eckhart en el de 'Harvey Dent'; Morgan Freeman como 'Fox'; Maggie Gyllenhall como 'Rachel Dowes', y Gary Oldman como el teniente 'Gordon'. ¿Quién está mejor? Ninguno. Todos están soberbios. Cuando se elige bien, se escribe un buen guión, y se maneja bien a los actores, sale esto, algo bueno. Y por cierto, en este sentido, gran acierto el cambio de Maggie Gyllenhall por Katie Holmes, que fue quien interpretó a Rachel en la primera película.

La banda sonora, obra de los maestros Hans Zimmer y James Newton Howard es una compañera ideal. No es la más brillante jamás compuesta, pero sí la creadora de una atmósfera oscura y siniestra que ayuda en ese objetivo a la película. Cumple con creces.

En definitiva, "El Caballero Oscuro" es un placer para los sentidos, 152 minutos de puro espectáculo, de cine con mayúsculas. Es hasta el momento la mejor película del año (¿Oscar para Ledger?), y me atrevo a decir más, de los últimos cinco años. Nolan devuelve con ella la esperanza a tantos como yo, personas que creían que el cine se había olvidado de hacer buenas películas. Cómo os envidio, algunos de vosotros todavía podréis disfrutarla por primera vez...

12 de agosto de 2008

"Wall-E", un robot entre tanta basura


Vengo del cine. Acabo de ver "Wall-E". 103 minutos de cine de antaño, del bueno, del que todo el mundo se había olvidado: para todos los públicos y mudo. Vayamos por partes.

Cine para todos los públicos: Pixar. El enviado en la Tierra para devolvernos aquel cine perdido de"Aladín", "El Rey León" o "Merlín el encantador". Esas películas entrañables, bonitas, para todo tipo de gente, con mensaje, con amor, con amistad, con simpatía. Esas películas que te hacen sentir un niño feliz. Un retorno a la infancia, un suspiro al final del filme. Un sentimiento que parecía olvidado dentro de la factoría Disney, que tras engullir a la magnífica Pixar, ha conseguido recuperar su antigua buena senda. Es "Wall-E" por tanto la confirmación de ese tipo de cine, que Andrew Stanton está devolviendo a sus legítimos dueños: el público.

Cine mudo: Charles Chaplin. El paradigma de la expresión facial y corporal. El hombre que alcanzó cotas cinematográficas inalcanzables. Los gestos, la timidez, la torpeza, la ingenuidad, las miradas... EL SILENCIO. La ausencia del diálogo. La falta de diálogo. La lucha contrapuesta de lo tradicional y lo imperfectamente novedoso. El genio de todos los genios. El abanderado del amor y la inocencia infantil como herramienta indispensable para la salvación humana.

Y todo esto, mezclado, es "Wall-E". Esta es su anatomía. Un robot olvidado en la Tierra cuya misión, allá por el año 2715, es empaquetar y ordenar toda aquella basura que los humanos acumularon antes de huir al espacio, cuando el Mundo se les había quedado pequeño. Wall-E vive solo, acompañado únicamente por un bicho.


Pero sus facultades, que son humanas, y su sorpresa, infantil, son perfectamente reales. Se sorprende como un niño, le maravilla el mundo de ahí fuera. Pero lo que más le fascina es un vhs de la película "Hello Dolly!"... Un algo que sólo consigue dárselo el cine. El cine le enseña el amor, y este amor, llegará más tarde abordo de una nave. Es Eva, un modernísimo robot estilo Apple que cambiará por completo su monótona vida diaria.

La primera media hora es fascinante. De lo mejor que se ha hecho nunca. La segunda parte, simplemente espectacular. Unos humanos huecos, vacíos, gordos y sedentarios; un mensaje ecologista perfectamente hilvanado; una reflexión profunda de adónde queremos ir, qué puede pasarnos y qué no debemos olvidar; y un mensaje de amor que hacía años que no llegaba de esta manera.

Y en el apartado técnico, todo huele a Oscar: una ambientación increíble, una banda sonora espectacular (Thomas Newman) y una animación minimalista (3 españoles: Rodrigo Blaas, Carlos Baena y Enrique Vila). Pero sobre todo, unos efectos sonoros sinceramente insuperables, cuyo culpable no podía ser otro que Ben Burtt, autor entre otras lindeces del sonido de Dark Vader o R2D2.

Así que para una película buena que llega, id al cine. Porque en nuestras carteleras se acumula la basura, y entre toda ella, aunque sea difícil distinguirlo, se encuentra un pequeño robot llamado "Wall-E", que nos devuelve un poco de aquel cine familiar y mágico de los buenos tiempos de Disney, y que se empapa con gusto del buen hacer de Charles Chaplin, el más grande de todos los tiempos.





Enlaces de interés:

Entrevista a Andrew Stanton(ElPaís.com)
Entrevista a Ben Burtt (ElPaís.com)
Entrevista a Rodrigo Blaas (Blogdecine)
Entrevista a Carlos Baena y Enrique Vila (Blogdecine)


10 de agosto de 2008

"The Wire": la mejor droga del cine y la televisión


Blockbusters, remakes, filmes comerciales, malas películas, peores guiones... Este es el punto en que nos encontramos. Una pseudo crisis cinematográfica que infesta nuestras salas y que muy de vez en cuando se olvida de contagiar a películas como "Wall-E" o "Batman: The Dark Knight".

Y en esa situación, en ese momento de incertidumbre, surge dando sus mejores coletazos un género desaprovechado a lo largo de la historia: las series. Gracias a su mejor hombre, HBO, han podido llegar a nuestros televisores obras tan grandes como "Los Soprano", "Roma" o "The Wire".


De "Los Soprano" hablaré otro día, porque hoy iremos a Baltimore (Maryland, EEUU). Allí se desarrolla la acción de una de las mejores series, sino la mejor, de todos los tiempos: "The Wire". A través del detective rudo y alcohólico de McNulty, magníficamente interpretado por Dominic West, se desarrolla una compleja trama que va más allá de los buenos y los malos, dibujando una línea fina y difusa entre dos bandos: los narcotraficantes y la policía.

En ella se retratan, como nadie había sabido hacerlo antes, los complejos mecanismos del narcotráfico, desde el pez gordo que dirige todas las operaciones hasta el último niño de la esquina que vende droga a todo aquel que se lo pida. Asesinatos, venganza, honor, violencia, dinero, persecuciones, escuchas telefónicas, testimonios, testigos, acusados... Cientos de protagonistas que condimentan a "The Wire" casi a la perfección.


A un lado, la policía, donde trabaja el teniente Daniels (Lance Reddick) y todo su equipo (entre los que se encuentra McNulty), atados a las órdenes de arriba. En un sótano oscuro y sucio, los detectives llevan a cabo largas horas de escuchas, investigaciones y anotaciones. Policías como 'Kima' Greggs (Sonja Sohn), inteligente y osada; 'Herc' (Domenick Lombardozzi), temperamental y violento; Lester Freamon (Clarke Peters), veterano experimentado y uno de los mejores dentro del departamento; Pryzbylewski (Jim True-Frost), algo novato pero bueno con los acertijos; Sydnor (Corey Parker Robinson), la mano de la policía en la calle, y Ellis Carver (Seth Gilliam), compañero de 'Herc' en los tejados de las barriadas.


En el otro extremo, los narcotraficantes, perfectamente definidos y caracterizados: su jerga, su forma de caminar, su expresión, sus acciones y sus movimientos. Ningún actor flojea, ninguno destaca sobre el resto, simplemente están todos perfectos.

Alrededor de la familia Barskdale, se agrupan decenas de personas que distribuyen la droga y la transforman en dinero, que va a parar a manos del hombre más importante, Avon Barskdale (Wood Harris). A partir de él, la cascada de cargos y puestos desciende uno tras otro hasta el último y menos importante de los traficantes. En medio de esa jerarquía, personajes como el de 'Stringer' Bell (Idris Elba), D'Angelo Barskdale (Larry Gilliard Jr.) o el resto de chicos de las torres y el foso, donde se vende la droga.


En líneas generales, este es el planteamiento principal de la serie en su primera temporada. En total, cinco temporadas que dan un total de 60 extraordinarios capítulos, a cada cual mejor. En ellos entran en escena decenas de actores y cientos de secundarios, que simplemente no podrían haberlo hecho mejor. Una serie vibrante y magistral. Una obra maestra en la que cualquiera de sus capítulos es tan bueno o mejor que cualquiera de las habituales películas de la cartelera. Un retrato moderno y realista del narcotráfico en las calles, y una acertada visión del más que probable lado oscuro del poder, la policía y los políticos.

Una dosis de 60 horas de gran cine que te hará subir a los cielos. Recomendable cien por cien. Si os ha picado la curiosidad a todo aquel que me conozca, me la puede pedir, la tengo enterita.

Y aquí abajo, un documental con la opinión de los mejores críticos españoles. Por si acaso hay alguno que no me cree...

Dios bendiga a la HBO.





Gracias a Guille.

6 de agosto de 2008

"Matador", o cómo aburrirse viendo cine

Ayer por la noche emitieron en televisión una comedia que ya me decepcionó en el cine en su momento pero, no obstante, ayer decidí darle una segunda oportunidad: Matador, protagonizada por Pierce Brosnan (valorado agente 007) y dirigida por Richard Shepard (que quizá conozcan por La sombra del cazador).

La recordaba insípida, con lagunas argumentales y un penoso final. Y así fue que mis recuerdos no me engañaron: el filme promete a un Brosnan muy diferente al elegante agente Bond, y eso lo consigue. Su personaje, Julian Noble, es un asesino a sueldo de extensa carrera que trabaja solo, y que busca remedio a su soledad en el alcohol y las prostitutas. Pero además, los años no pasan en balde para nadie, y menos para un "facilitador de muertes" (como se hace llamar), cuyo trabajo es incluso más difícil que su carácter y que le debilita en los momentos más inoportunos.

Noble conoce a Danny Wright en Ciudad de México, en medio de una nueva misión. Danny (Greg Kinnear, nominado al Oscar por Mejor... imposible) es el típico hombre de negocios que está todo el día de un lado para otro, pero las cosas no le van tan bien como para poder presumir de su trabajo.
Julian Noble, un asesino solitario y solo, se encuentra con Danny, un viajante simpático que parece ver en su nuevo y violento amigo una vía de escape a su difícil situación económica.

Aunque esta pequeña sinopsis parezca muy prometedora, la historia resulta finalmente aburrida: le falta acción y suspense, momentos altos y bajos... El tono de la cinta es tan monótono que llega a dormir. El problema vital de Julian Noble no engancha lo suficiente, aunque la interpretación de Brosnan sea destacable: recibió la nominación al Globo de Oro al Mejor Actor de comedia o musical. Pero además, Shepard incluye saltos argumentales que, si en un primer momento pueden resultar atractivos, no serán bien resueltos por el realizador conforme avance la película.
A su favor, tiene una fotografía bastante conseguida, que embellece la obra en su conjunto, pero que no agradará a aquellos que condenen las corridas de toros.

Desde mi punto de vista, Matador sólo es recomendable para los fans acérrimos de Brosnan (que estén dispuestos a verlo en el papel de un individuo diametralmente opuesto al agente 007).