25 de enero de 2010

"Generation Kill": la invasión de Irak vista desde dentro


Hablábamos en el anterior post sobre el buen estado de las series (sobre todo norteamericanas) y del gran trabajo de la HBO por llevar a los espectadores un producto competente y de calidad. En su esfuerzo por seguir ofreciendo series de gran nivel, aceptaron la idea de David Simon y Ed Burns de realizar una historia sobre los primeros días de invasión en Irak (los más crudos, sangrientos y difíciles) desde el punto de vista de las tropas norteamericanas.

"Generation Kill" es una miniserie de 7 capítulos basada en un famoso libro de Evan Wright (excombatiente en Irak en marzo de 2003), escrita por los creadores de "The Wire" (David Simon y Ed Burns) y dirigida por Susanna White ("Bleak House").

Las tropas protagonistas de la historia son un grupo especial de reconocimiento de los marines, los conocidos como First Recon: los hombres más preparados, sanguinarios y fuertes de todo el ejército. Dentro de este grupo, multitud de personajes: los fríos, los insensibles, los mexicanos, los de raza negra, los racistas, los patrióticos, los sanguinarios, los estúpidos, los realistas... Una amalgama de perfiles que además de reflejar en sus diálogos las entrañas del ejército, muestran a su vez la realidad social de los EEUU. Junto a ellos, un periodista de la revista Rolling Stone, que se encargará de ser el punto de vista externo del ejército dentro de la guerra.

La serie, al igual que sucedía con "The Wire", tiene como principal arma narrativa el realismo, la cercanía. Ya no sólo con la manera de rodar, sino con los diálogos: cargados de insultos, jergas, manías, crudeza, referencias al gobierno... etc. Y es este uno de sus principales bastiones, el espectador cree estar viendo un ejército y una guerra real. La minuciosidad con la que Simon y Burns han trabajado para hacer estos siete capítulos es extraordinaria.


Con el fin de reforzar dicho realismo, la fotografía ayuda de manera notable: los colores azules del cielo que contrastan con la arena del desierto, la oscuridad de la noche, las bombas que sobrevuelan las ciudades, la sangre... Y los soldados, magníficamente interpretados por todos y cada uno de los actores, de los que yo personalmente me quedo con uno: Ray, interpretado por James Ransone, que ya impresionó al mundo con su magnífica interpretación de Ziggy en la 2ª temporada de "The Wire".

Como es lógico, no se puede dejar de meter el dedo en la llaga en un asunto tan polémico, de hecho no lo sacan en toda la serie. Cada una de sus partes es una crítica feroz a la estructura militar, a la cadena de mando, a las instrucciones erróneas, al asesinato injustificado de civiles, al uso de la fuerza, al poder de las armas... y en definitiva, a la entrada de los EEUU en Irak, con una pregunta clave como telón de fondo: ¿Está mejor Irak ahora de lo que lo estaba entonces?

Así que como podéis imaginar, no es esta una miniserie de intriga con giros dramáticos y finales inesperados. Es más bien una especie de filme-documental que intenta mostrar, como no se había hecho antes, la crudeza de los primeros días de invasión en Irak, la caída de Saddam Hussein, la lucha armada y la entrada en Bagdad. Todo ello desde la perspectiva, y no por ello menos crítica, de las tropas estadounidenses. Muy recomendable.

22 de enero de 2010

'Avatar' no es el futuro


Dicen que el futuro del cine está en el 3D, y puede que lleven razón. Que realmente el cine haya dado un paso más en su lógica evolución que exigen los tiempos. Si quiere sobrevivir, tiene que innovar. Y si quiere zafarse de la piratería, tiene que ofrecer un producto único e irrepetible. Tiene que encontrar la manera de diferenciarse del resto de ofertas que pululan por ahí para poder ofrecer algo que no podamos obtener en otros lugares.

Por eso digo que el cine hace bien en descubrir otras vías y en explorar nuevas posibilidades. Así como en su momento el cine tuvo que introducir música, diálogos, color o efectos especiales, ahora parece ser el turno de dar el salto a esas nuevas experiencias.

Imagino al hombre que por primera vez vio una película en la que los personajes hablaban, las ropas eran de colores o los protagonistas luchaban con espadas láser. “¿Qué demonios es esto?”, se preguntarían. Porque ni la primera película en color fue buena (‘La feria de las vanidades’), ni la primera que introdujo el sonido pasará a la historia por su narración (‘El cantante de jazz’). No eran buenas películas, simplemente introdujeron cambios novedosos, pero no fueron buenas películas.

Ayer vi ‘Avatar’, la nueva película de James Cameron, y probablemente me sentí como aquellas personas que después de ver una película de Chaplin se enfrentaron a un tostón de filme en el que los personajes hablaban, pero donde la trama era una auténtica patraña.

‘Avatar’ es algo parecido. Se le reconoce el mérito de la técnica y de la innovación. Supone un punto y aparte o, digámoslo así, una primera piedra de toque. Es un espectáculo visual que despierta los sentidos, es un mundo lleno de colorido, animales y seres realmente extraordinarios. Comprobar la profundidad de los elementos y cómo estos interactúan entre sí es una experiencia realmente impresionante.

Pero esa sorpresa no dura más de 30 minutos. Lo que va entre ponerse las gafas, sacarse una foto para enseñársela a los amigos, mirar a la pantalla, comentarle algo a la persona que te acompaña y descubrir cómo los gadgets de los personajes parecen salirse de la pantalla.

Pero como digo, la sorpresa dura tan sólo 30 minutos. Después vienen las reglas del cine, la justicia cinematográfica. Y en ese juzgado, las películas son condenadas por sus historias y no por su apariencia. Y en ese juicio ‘Avatar’ no tiene nada que hacer, así como un asesino no puede salvarse de la decisión de un tribunal por muy limpio y planchado que lleve su traje.

‘Avatar’ tiene una historia completamente predecible. Desde su planteamiento inicial, la película no sorprende al espectador y se pierde en clichés del cine comercial. Es decir, malos muy malos, buenos muy buenos, un mundo al que salvar, una batalla final, una pareja, amor, ecología barata… y tiros, muchos tiros, naves y robots de los que ya empezamos a cansarnos una vez que superamos la trilogía de ‘Matrix’.

Sin embargo, que ‘Avatar’ no sea una buena película no quiere decir que el 3D esté necesariamente condenado al fracaso. Al contrario, el 3D puede abrir nuevas y diferentes posibilidades de exploración cinematográficas. Pero si quiere triunfar, deberá recordar que en la memoria únicamente perduran las historias inolvidables. Los parques de atracciones como Disneyland no existirían de no ser por ‘Aladín’, ‘El Rey León’, y demás historias inolvidables.


PD: Es insultante que esta película se haya llevado el Globo de Oro a mejor filme y director. Veremos qué pasa en los Oscar.