Un comienzo absurdo. Historias que se entrecruzan sin tener, aparentemente, ninguna relación. Un final igualmente sorprendente.
Así es Magnolia, dirigida en 1999 por un desconocido Paul Thomas Anderson (Boogie Nights, Pozos de ambición) en la que todo es apariencia. Sinceramente, creo que la complejidad de esta película hace imposible que el público capte su mensaje desde el primer visionado. Y lo que parece una peli sin sentido es en verdad una obra infravalorada, con un trasfondo que ya les gustaría a muchos para sus guiones.
En Magnolia todo son actores de reparto, y a pesar del gusto de Anderson por los actores de casting, encontramos muchas caras conocidas: Tom Cruise encarna a T. J. Mackey, un gurú del sexo, machista y cínico, con un pasado que rechaza y que, sin embargo, sigue atormentándole en su vida profesional; Julianne Moore es Linda Partridge, la esposa infiel que está cansada de su marido moribundo; John C. Reilly hace de poli honrado, un hombre que se escuda en su profesión ante una vida de fracasos sentimentales; Philip S. Hoffman es el enfermero buenazo, quizá falto de carácter, pero que haría cualquier cosa por sus pacientes; y William H. Macy interpreta a una vieja gloria de un concurso televisivo en el que participó cuando todavía era un niño, y que, ya convertido en adulto, arrastra su pasado hasta su penosa situación actual.
Todas estas historias, aunque pueda parecer imposible, tienen un hilo conductor que las entrelaza a la perfección y que nos plantea, en definitiva, la siguiente pregunta: "¿y por qué no?". Mediante ejemplos inverosímiles, el argumento se nos presenta absurdo. Hasta que nos demuestra que lo más increíble puede darse. Que todo puede suceder... porque sucedió una vez.
El otro tema de la película trata del perdón, de la capacidad únicamente humana (pero tan infrecuente) de decir "lo siento", pero también "te perdono".
La fe y el arrepentimiento son en Magnolia tratados, una vez más aparentemente, a trompicones. El ciudadano de a pie observa las vidas de muchos personajes, en escenas muy seguidas que no dejan tiempo para respirar y cuya emoción va in crescendo hasta un clímax sublime en el que la banda sonora lo inunda todo: la sala de cine, tu cuarto de estar... tu cabeza. Cuando estás sonriendo de oreja a oreja ante tal momentazo (y tras casi 3 horas que se te han hecho cortas), ocurre algo que nadie espera que pase. "Pero pasó."
Tom Cruise recibió el Globo de Oro de 2000 a Mejor actor secundario por su interpretación en Magnolia. Asimismo, el director P. T. Anderson ganó, en el mismo año, el Oso de Oro del Festival Internacional de Cine de Berlín. En cuanto a nominaciones, Cruise optó al Oscar a mejor actor de reparto; Anderson, a Mejor guión original; y Aimee Mann, a Mejor canción por Save me. En los premios Grammy de 2001, Mann fue nominada a Mejor canción de película, televisión u otro medio visual por Save me.
Así es Magnolia, dirigida en 1999 por un desconocido Paul Thomas Anderson (Boogie Nights, Pozos de ambición) en la que todo es apariencia. Sinceramente, creo que la complejidad de esta película hace imposible que el público capte su mensaje desde el primer visionado. Y lo que parece una peli sin sentido es en verdad una obra infravalorada, con un trasfondo que ya les gustaría a muchos para sus guiones.
En Magnolia todo son actores de reparto, y a pesar del gusto de Anderson por los actores de casting, encontramos muchas caras conocidas: Tom Cruise encarna a T. J. Mackey, un gurú del sexo, machista y cínico, con un pasado que rechaza y que, sin embargo, sigue atormentándole en su vida profesional; Julianne Moore es Linda Partridge, la esposa infiel que está cansada de su marido moribundo; John C. Reilly hace de poli honrado, un hombre que se escuda en su profesión ante una vida de fracasos sentimentales; Philip S. Hoffman es el enfermero buenazo, quizá falto de carácter, pero que haría cualquier cosa por sus pacientes; y William H. Macy interpreta a una vieja gloria de un concurso televisivo en el que participó cuando todavía era un niño, y que, ya convertido en adulto, arrastra su pasado hasta su penosa situación actual.
Todas estas historias, aunque pueda parecer imposible, tienen un hilo conductor que las entrelaza a la perfección y que nos plantea, en definitiva, la siguiente pregunta: "¿y por qué no?". Mediante ejemplos inverosímiles, el argumento se nos presenta absurdo. Hasta que nos demuestra que lo más increíble puede darse. Que todo puede suceder... porque sucedió una vez.
El otro tema de la película trata del perdón, de la capacidad únicamente humana (pero tan infrecuente) de decir "lo siento", pero también "te perdono".
La fe y el arrepentimiento son en Magnolia tratados, una vez más aparentemente, a trompicones. El ciudadano de a pie observa las vidas de muchos personajes, en escenas muy seguidas que no dejan tiempo para respirar y cuya emoción va in crescendo hasta un clímax sublime en el que la banda sonora lo inunda todo: la sala de cine, tu cuarto de estar... tu cabeza. Cuando estás sonriendo de oreja a oreja ante tal momentazo (y tras casi 3 horas que se te han hecho cortas), ocurre algo que nadie espera que pase. "Pero pasó."
Tom Cruise recibió el Globo de Oro de 2000 a Mejor actor secundario por su interpretación en Magnolia. Asimismo, el director P. T. Anderson ganó, en el mismo año, el Oso de Oro del Festival Internacional de Cine de Berlín. En cuanto a nominaciones, Cruise optó al Oscar a mejor actor de reparto; Anderson, a Mejor guión original; y Aimee Mann, a Mejor canción por Save me. En los premios Grammy de 2001, Mann fue nominada a Mejor canción de película, televisión u otro medio visual por Save me.
Gracias, Javi
Fuentes:
es.Wikipedia.org
www.YouTube.com
1 comentario:
Una película espectacular, cómo Crash pero en buena
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